Por:
Ramón E. Azócar A.*
En el 2005, el periodista de temas
tecnológicos y comunicacionales, Douglas Rushkoff, publicó su ensayo “Get Back
in the Box”, del cual se desprende el uso en el título de una canción del grupo
de rock The Beatles "Get Back", escrita principalmente por Paul McCartney
(el sencillo fue lanzado el 11 de abril de 1969 y los créditos son compartidos
con Billy Preston); la traducción literal sería “La caja recuperada”, pero en
español la versión del ensayo se conoció como “Renacimiento 2.0.”, y fue
traducida por María Isabel Merino, siendo publicada en el 2007, bajo el sello
editorial Urano, e impreso en Barcelona-España. La obra de inmediato caló en el
público lector de temas gerenciales, sobre todo porque el sub-título era muy
sugerente: “Empresa e Innovación en la nueva economía”.
El texto versa acerca de lo inevitable, el
fin de la era industrial, y el
surgimiento de una nueva era en el
avance transformador del hombre moderno. Dice la reseña de la editorial Urano,
que es una obra que parte de la descripción de la cultura y la industria de
masas agotada en sus valores y principios de civilidad, pero que lejos de
alarmarse ante lo que se avecina, Rushkoff expresa que esta crisis, que él denomina "un nuevo
renacimiento", una oportunidad para que los intereses y pasiones de
directivos, empleados y consumidores tengan de nuevo un lugar en la empresa.
En
acepción de Rushkoff, los nuevos
tiempos se mantienen fieles a los principios originales de la era industrial,
pero han avanzado hacia nuevos escenarios de tecnificación y manejo de los
sistemas existentes; las compañías triunfan
si aprenden a mantener su compromiso con los clientes y conservar la pasión por
el trabajo. En el nuevo renacimiento, destaca Rushkoff, son la sustitución de las nociones valoradas
como jerarquía, competencia y marketing, por otras como cooperación, motivación
y juego; es decir, las empresas necesitan ser verdaderamente innovadoras,
reencontrar el espíritu de aventura que las impulsó y recuperar el contacto hacia
quienes se deben como organización.
El autor dice, en el prefacio, que “…éste no es un libro de empresa. Por lo
menos, no es sólo un libro de empresa. Porque su carrera no es su trabajo, ni
su empresa la hoja de balance. Sus elecciones más personales son, de hecho, sus
elecciones empresariales… si tiene este libro en las manos y está leyendo estas
palabras, las posibilidades de que alguna vez se vaya a dormir hambriento, de
que no tenga un techo que le cobije, de no poder ofrecer una educación adecuada
o atención médica a sus hijos son prácticamente inexistentes. Lo mismo puede
decirse de mí…”
En una entrevista concedida por Rushkoff, a
un portal en la web, el analista dice que “…la corporación es resultado de dos
innovaciones: la creación de una moneda centralizada y la creación de los
monopolios privilegiados. A finales del siglo XIV, las clases altas –la
aristocracia y los antiguos señores feudales– se estaban volviendo cada vez
menos prósperos en relación a la gente normal. El incremento en la producción
de la clase mercantil y de la gente que vivía en pueblos grandes y ciudades
contrastaba con la disminución de la riqueza relativa de la aristocracia. Y
esto suponía un problema: los aristócratas querían salvaguardar el sistema que
tan buenos frutos les había dado durante quinientos años y en el que no tenían
que hacer nada para ser ricos. De ahí les vino la idea de invertir de forma
pasiva en las industrias de otros…”
De una manera más precisa dice Rushkoff, y
refiriéndose a cómo encaja la idea del individuo en relación a estos hechos en
la era industrial, el autor expresa que el corporativismo, con su impulso de la
competencia entre individuos frente a fondos y recursos escasos, allanó el
terreno para el individualismo y para un concepto exacerbado del ser. Se considera
un “ecólogo mediático”, ve la sociedad y los medios como una ecología donde los
cambios en un aspecto reflejan los cambios en otro. La noción del individuo,
expresa, se inventó, o reinventó, en el Renacimiento. Por eso fue, en parte, un
renacimiento, un renacer de viejas ideas, el renacimiento de los ideales
griegos. La definición griega de la persona, que siempre había sido “el ciudadano”,
es decir, “el individuo en relación al Estado”, se remodeló en la de “el
individuo”. El primer individuo de la literatura renacentista fue el Doctor Fausto, que representa los
límites extremos de la avaricia. Aquí nos encontramos con el nuevo individuo;
ya no es ciudadano de una ciudad-Estado sino un individuo con perspectiva
propia en relación a su entorno.
En una palabra, interpreta Rushkoff, el
renacimiento trajo consigo la introducción de la perspectiva en la pintura y
eso supone que el individuo es un ser autosuficiente y que su punto de vista es
importante; también trajo consigo la lectura y eso supone que el individuo
puede sentarse a solas en su estudio para tener una relación propia con la
Biblia, en vez de reunirse en la plaza del pueblo o en la iglesia para que el
cura le lea la Biblia, como parte de la congregación. Por una parte se trata de
una celebración de la perspectiva y la consciencia individual pero, por otra,
todo se debe al contexto de una nueva economía donde los individuos compiten
entre sí para obtener trabajo, recursos, tierras y dinero escasos.
Lo que el autor llama nueva economía,
significa una economía basada en los derivados financieros y la cual ha llegado
por medio de la banca centralizada. Ahora, prácticamente todo el mundo cree que
los bancos inyectan dinero para impulsar la economía y que la mejor forma de
arrancar un negocio es pidiendo un préstamo bancario, pero, cómo se crea el dinero, pues,
literalmente se crea gracias a los préstamos, donde por cada dólar creado
mediante un préstamo, por cada dólar que se gana, existe uno negativo en algún
balance general o en algún sitio, que lleva a la pobreza a muchos y enriquece a
pocos. Ese es el neoliberalismo, oferta y demanda, en un contexto competitivo
lleno de miseria y explotación.
Ante esto se impone el “Renacimiento 2.0.”,
como un “socialismo corporativo” que humanice las organizaciones y las haga
menos vulnerables a la lucha “endemoniada” del hombre por el hombre como expresara el sabio Thomas Hobbes.
*.-azocarramon1968@gmail.com
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